A nivel mundial las poblaciones de depredadores han sufrido un drástico declive a lo largo del último siglo; siendo la persecución directa por parte del hombre una de las principales causas. Las causas del conflicto hombre –predador tienen su origen en dos motivos principales: el ataque directo de predadores a humanos y las pérdidas que supone para el hombre la depredación sobre presas con valor económico, como es el caso de especies cinegéticas y de la ganadería.
En España hasta los años 60 se promovía su persecución desde la propia administración y eran consideradas como “alimañas”. En la actualidad, la implantación de normas conservacionistas protege las poblaciones de carnívoros y rapaces, permitiéndose la captura de ciertas especies bajo un régimen de excepcionalidad. En un breve periodo de tiempo la sociedad española ha sustituido los términos: “extinción de alimañas”, y “alimañero”, por otros como: control de la depredación y especialista en control de depredadores. Por otro lado, a pesar de las restricciones recogidas en las normativas en materia de medio ambiente y caza, se siguen descubriendo eventos de envenenamiento de fauna en el medio natural por el uso intencionado de cebos envenenados.
La competencia secular entre humanos y depredadores ha evolucionado desde el libre exterminio de estas especies por parte del hombre al control selectivo. Teniendo en cuenta dicha evolución histórica, se han identificado en España tres períodos que cronológicamente son los siguientes: período de libre exterminio, de extinción organizada y de conservación y control racional. La etapa de extinción organizada comenzó en 1953, con la creación en España de 23 Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, la mayoría de ellas entre 1953 y 1954. A lo largo de los dos periodos citados (de libre exterminio y de extinción organizada), se constata una progresiva ampliación de la lista de especies susceptibles de eliminación. Inicialmente eran el lobo y el zorro. Posteriormente se primaron también las capturas de otros Carnívoros y rapaces. En última instancia se incluyeron Córvidos, Reptiles y Roedores. Dicha ampliación responde a la creciente rentabilidad de la actividad cinegética frente a la ganadera.
Entre 1979 y 2010 (período de conservación y control racional) se ha constatado en España una tendencia creciente del número de eventos de envenenamiento y del número de individuos afectados. A pesar de la prohibición definitiva del uso de cebos envenenado en 1983 a través de una circular interna del ICONA, acabándose así con una medida de gestión legalmente fomentada. En total se han registrado 5.102 eventos de envenenamiento, que afectaron a 9.595 animales. La distribución de los eventos de envenenamiento se relaciona con los factores de caza y de riqueza de depredadores. El riesgo global al envenenamiento resulta ser significativamente mayor para las rapaces que para los carnívoros, debido a sus hábitos alimenticios, sociales y a su fenología. Siendo el buitre leonado y el milano real las dos especies de aves más vulnerables, mientras que el lobo y el zorro encabezan la lista de Carnívoros.
A nivel mundial las poblaciones de depredadores han sufrido un drástico declive a lo largo del último siglo; siendo la persecución directa por parte del hombre una de las principales causas. Las causas del conflicto hombre –predador tienen su origen en dos motivos principales: el ataque directo de predadores a humanos y las pérdidas que supone para el hombre la depredación sobre presas con valor económico, como es el caso de especies cinegéticas y de la ganadería.
En España hasta los años 60 se promovía su persecución desde la propia administración y eran consideradas como “alimañas”. En la actualidad, la implantación de normas conservacionistas protege las poblaciones de carnívoros y rapaces, permitiéndose la captura de ciertas especies bajo un régimen de excepcionalidad. En un breve periodo de tiempo la sociedad española ha sustituido los términos: “extinción de alimañas”, y “alimañero”, por otros como: control de la depredación y especialista en control de depredadores. Por otro lado, a pesar de las restricciones recogidas en las normativas en materia de medio ambiente y caza, se siguen descubriendo eventos de envenenamiento de fauna en el medio natural por el uso intencionado de cebos envenenados.
La competencia secular entre humanos y depredadores ha evolucionado desde el libre exterminio de estas especies por parte del hombre al control selectivo. Teniendo en cuenta dicha evolución histórica, se han identificado en España tres períodos que cronológicamente son los siguientes: período de libre exterminio, de extinción organizada y de conservación y control racional. La etapa de extinción organizada comenzó en 1953, con la creación en España de 23 Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección a la Caza, la mayoría de ellas entre 1953 y 1954. A lo largo de los dos periodos citados (de libre exterminio y de extinción organizada), se constata una progresiva ampliación de la lista de especies susceptibles de eliminación. Inicialmente eran el lobo y el zorro. Posteriormente se primaron también las capturas de otros Carnívoros y rapaces. En última instancia se incluyeron Córvidos, Reptiles y Roedores. Dicha ampliación responde a la creciente rentabilidad de la actividad cinegética frente a la ganadera.
Entre 1979 y 2010 (período de conservación y control racional) se ha constatado en España una tendencia creciente del número de eventos de envenenamiento y del número de individuos afectados. A pesar de la prohibición definitiva del uso de cebos envenenado en 1983 a través de una circular interna del ICONA, acabándose así con una medida de gestión legalmente fomentada. En total se han registrado 5.102 eventos de envenenamiento, que afectaron a 9.595 animales. La distribución de los eventos de envenenamiento se relaciona con los factores de caza y de riqueza de depredadores. El riesgo global al envenenamiento resulta ser significativamente mayor para las rapaces que para los carnívoros, debido a sus hábitos alimenticios, sociales y a su fenología. Siendo el buitre leonado y el milano real las dos especies de aves más vulnerables, mientras que el lobo y el zorro encabezan la lista de Carnívoros.