Sólo han pasado unas décadas desde que Grace Kelly enamorara al mundo occidental luciendo un práctico y estético pañuelo que protegía su peinado mientras conducía su descapotable. Y todavía sigue vigente en parte de la sociedad occidental la obligación para la mujer católica de ponerse un respetuoso y decente pañuelo en la cabeza al entrar en la iglesia. Sin embargo, ya no terminamos de comprender el significado concreto de este pañuelo para gran parte de la sociedad musulmana: Cuan difícil no nos resultará entonces comprender el significado abstracto de los conceptos morales y religiosos que obligan a usarlo.
Los problemas que nos surgen al intentar comprender o traducir términos que remiten a realidades cotidianas concretas en una lengua distinta a la nuestra suelen ser numerosos y a veces difíciles de resolver; cuánto más compleja no se nos presentará la labor cuando se trate de términos que remiten a conceptos abstractos como, por ejemplo, honor, honra o virtud, o a valoraciones cualitativas subjetivas como salado, dulce, tierno (referido a personas) o exquisito, brillante, tierno, honesto (referido a un poema). Estas realidades abstractas carecen de una concreción física tangible y sus significados concretos sólo existen y coinciden —y no siempre del todo— en las mentes de las personas que comparten la vivencia de una misma lengua o habla. No nos bastará aquí con considerar aspectos socioculturales o sociolingüísticos, sino que habremos de recurrir a otras herramientas que nos ayuden a encontrar los correspondientes términos óptimos en una y otra lengua.