Una síntesis de planteamientos, investigaciones y conclusiones de una amplia trayectoria del diseño como disciplina, académica y profesional, que se ha cruzado repetidas veces con otros muchos ámbitos de la creatividad humana y de las artes visuales.
Los encuentros del diseño con otros ámbitos ha desencadenado unas comparaciones, unas diferencias, unas afinidades y un diálogo especialmente rico. Diálogo que es producto de una actitud abierta y serena en el ejercicio creativo, en la didáctica del mismo y en la reflexión constante que se requiere para asimilar mejor los conocimientos y experiencias adquiridas. Se desarrolla una asociación e interacción entre conceptos profesionales afines, experiencias y sensibilidades que proporcionarán excelentes resultados y vías para la innovación en los diferentes ámbitos y para la identidad mestiza del diseño contemporáneo. Una identidad precisa, de referencia, desarrollada inicialmente, como marco de esta naturaleza multicultural y abierta.
Para ello el primer paso es la definición y estudio de una identidad producto de la experiencia, cuya materia prima es la cultura sobre la que se desarrolla la creación. Esa cultura propia estaba ligada al ámbito de la civilización desarrollada en el Mediterráneo Clásico. Se muestra la necesidad de asumir la renovación de la profesión y las competencias del diseño, en sentido global, como diseño estratégico orientado a proyectar lo material y lo inmaterial. Un diseño integrado capaz de lograr un objetivo que proporcione una realidad optimizada, que preserve los caracteres identitarios de los lugares, de las corporaciones públicas y privadas, y de las personas.
El Design Thinking lo promueve Nussbaum como recurso para renovar y potenciar el diseño, rompiendo moldes para llegar a resultados entonces inesperados. Pero ese motivo de renovación ha provocado que él mismo afirme que el “Design Thinking es un experimento fallido”. A su vez comienza definiendo una nueva estrategia de diseño; la Inteligencia Creativa, que consiste en aprovechar el poder de crear, conectar e inspirarse.
El nuevo paradigma destaca la capacidad de conectar, y se inician nuevas prácticas como la co-creación, puesta en común de ideas y pensamientos que favorece la empatía. Es decir, que favorece la identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro y compartir sus sentimientos, o el sentimiento de identificación con algo. En este último sentido, se favorece una afinidad, en cuanto a proximidad y atracción por los objetos, por los productos con los que hoy existe la menor afección que han tenido a lo largo de toda la historia. Productos que, al mismo tiempo que salta la alarma del agotamiento de las materias primas, son desechados antes del final de su función para sustituirlos por otro nuevo. Necesitamos recuperar el afecto por los objetos, por los materiales con los que están hechos, por su componente espiritual. Con ello desarrollamos una función empática esencial en la cohesión y convivencia de una sociedad, pero además clave en la felicidad de sus miembros, en la motivación de sus tareas diarias y en el emprendimiento de proyectos comunes.