Vista la infrarrepresentación de las mujeres en las mesas de negociación de la paz y de la
reconstrucción de las sociedades post-bélicas, es necesario examinar cuál es el lugar que ocupa el
colectivo femenino en los demás espacios conectados con el proceso de paz. En este sentido,
podríamos hablar de escenarios en los que la conexión con el proceso de paz se produce de
manera directa (negociaciones de paz) y, escenarios en los que existe una conexión indirecta con
dicho proceso. Estos serían, fundamentalmente, los procesos de mediación, conciliación y buenos
oficios que desarrollan otros actores –estatales o no- en los procesos de paz de terceros. Pero
también la puesta en marcha de acciones institucionalizadas tendentes instaurar, mantener o
consolidar la paz en los territorios en conflicto, es decir, un amplio rango de operaciones de paz.
En el desarrollo de normativa internacional soft, tanto en la Plataforma de Acción de Beijing como
en las resoluciones del Consejo de Seguridad, se ha mostrado una clara tendencia a otorgar más
peso a los escenarios de conexión indirecta con los procesos de paz, dejando en un segundo
plano a las negociaciones de paz strictu sensu.
La inclusión de una perspectiva de género en esta fase de los conflictos armados se ha centrado
en fomentar la participación de las mujeres en los procesos de paz institucionalizados a través de
las Organizaciones Internacionales. En efecto, en la Declaración de Beijing se incluían
recomendaciones expresas a adoptar por las Organizaciones Internacionales, especialmente
dirigidas a Naciones Unidas. En Beijing se instaba a Naciones Unidas a remediar el desequilibrio
en las estructuras de toma de decisiones de la Organización, especialmente en aquellas que tienen
que ver con los procesos de paz.