El ser humano desde siempre ha sentido miedo al situarse frente a la inmensidad, frente a un mundo inabarcable. Trata de verse reflejado en la naturaleza en busca de sí mismo, observando – y por tanto intentando comprender – el mundo como una necesidad ontológica. Contemplando el mar, el sentimiento de temor, nostalgia e indefensión frente al mar embravecido no es contrario, sino se complementa, con la voluntad de poder salir adelante y la inspiración que supone la fuerza de la naturaleza – en este caso, del agua y del viento – para soñar la posible superación del devenir. Paul Valéry en su poema “El cementerio marino” abraza las emociones que nos sacuden: desde un primer estado de pasividad, inmovilidad ante el mundo dado, seguido del cuestionamiento de la propia identidad y del alma para, final y triunfalmente, dar aliento y movernos a la acción, a la creación. Mi proyecto explora a través del paisaje, del dibujo y de la línea un mundo interior en el que me sumerjo para emprender una búsqueda de respuestas en un mar de interrogantes.