El móvil de la exposición se orienta a la defensa de la caza deportiva, natural y sostenible como generadora de beneficios para la conservación de la naturaleza y los ecosistemas, al tiempo que benefactora para la salud física de los ejercitantes y como escuela de virtudes para la vida.
Pero desgraciadamente no es eso lo que ofrece hoy la caza en muy buena parte de sus manifestaciones y practicantes, que la han convertido en un objeto del comercio, un bien de consumo para la vanidad personal y la presunción social, todo ello por culpa de la facilidad del transporte actual, el confort con que se llega a cualquier distancia y territorio, y la multiplicación artificial de las piezas, ahora llamadas trofeos, que se producen en granjas de gallináceas y majadas de ungulados. Lo cual, encima, acontece coetáneamente a la tecnificación creciente del armamento, las municiones sofisticadas y los aparatos muy precisos de tiro y visión diurna y nocturna.
Sobre tales presupuestos, se busca convencer de que, siendo la caza un hecho instintivo y natural, la afición a la misma va ínsita en la condición humana, pero su práctica no puede seguir deteriorándose ni avanzar por los derroteros que ha tomado, cuando, además de no resultar gratificante personalmente ni bondadosa para la biodiversidad, suscita críticas justificadas de los habitantes urbanos y de los ecologistas y animalistas, a quienes se les pueden explicar bastantes aspectos de la caza que ellos no entiendan, pero nunca que las piezas se críen en cadena para llevarlas al monte y sacrificarlas a tiros en ojeos de pega o en batidas dentro de vallados sin escape.
La conferencia se divide en tres partes más o menos definidas. La primera, el surgimiento de la afición del que la imparte ya desde la niñez, cuando la inexistencia de industrialización la convertía en un procedimiento de control de poblaciones y un medio de evitación de daños a los agricultores y ganaderos, a la vez que suministro de alimentación complementaria —y hasta garantía de subsistencia— en unas poblaciones rurales y aldeas serranas extremadamente pobres. En la segunda parte se cantan las virtudes de la caza y su benéfico influjo en la salud del cuerpo y del campo, siempre que se den unas circunstancias que no brillan ni se prodigan precisamente en la etapa moderna. Finalmente, y en clave de narración novelada, se comparan los modos pasados de la tradicional montería española con las modas presentes que afectan a su artificiosidad y desvirtuación, para concluir con un pesimista pronóstico de futuro, al son del desarrollo, automatismo e informatización de casi todo lo humano, inventos que hacen polvo la noción de la caza entre un ejarbe de comodidades, avances tecnológicos, incubadoras, inseminaciones y ensayos genéticos, conjunto de males que priva de salvajismo a las piezas de caza y las convierte en victimas, en reas de muerte.
La moraleja se concreta en una invitación a la reflexión y una llamada a poner freno al progreso en la caza. Difícil tarea, desde luego, pero cuya dificultad no puede justificar la pasividad ni el desánimo en quienes, no por afición, sino por profesión, tendrán competencias y protagonismo en la regulación y ordenación cinegética de España. Un verdadero desafío a su ética personal y su moral de trabajo en la sociedad, empresa complicada de superar pero que estamos obligados a no abandonar.
Málaga, 26 de abril de 2016
Eduardo Coca Vita
(Está previsto que la exposición dure alrededor de una hora. Como complemento en la finalidad docente y de sensibilización conservacionista que se persigue, los asistentes recibirán un ejemplar de los manuales ecológicos —cazador y conductor de caminos— escritos hace unos años por el conferenciante y que fueron editados por organismos públicos de la administración medioambiental)