Al aproximarnos a la dimensión económica de la lengua la primera idea que surge es su destacado papel en los intercambios y las negociaciones comerciales de toda índole. Sin una lengua común no hay transacción por lo que sorprende la escasa atención que este elemento de intercambio ha recibido desde la óptica económica. La mano invisible del mercado a la que apelan los economistas clásicos, se encuentra acompañada de la lengua invisible como componente intangible que interviene en todas las operaciones de intercambio que se realizan en el mercado.
Adam Smith ya se interrogó en su “Riqueza de la Naciones” sobre la naturaleza y estructura de la lengua, el papel económico de esta va mucho más allá de esta aproximación inicial.
La cuestión lingüística no aparece en la literatura económica hasta el decenio de 1960. En ese momento empieza a considerarse la lengua como una variable fundamental para explicar determinados hechos de naturaleza económica. El interés inicial se vio acompañado por la madurez y el desarrollo de los instrumentos de análisis y la disponibilidad de información económica precisa para este tipo de investigaciones.
Las actividades vinculadas a una lengua tienen efectos sobre la riqueza, la creación de empleo y el comercio internacional de los países que la comparten. En sentido inverso, la evolución económica de un espacio lingüístico también repercute sobre la expansión de la lengua que lo caracteriza.
Contar con una lengua de amplia difusión otorga al colectivo que la posee la posibilidad de acceder a un mayor mercado potencial sin incurrir, entre otros, en gastos de traducción. Toda comunidad lingüística tiene interés en maximizar el número de hablantes y su extensión geográfica lo que genera ciertas dinámicas de rivalidad o competencia entre las lenguas que se intensifica en el mundo posglobal.
Los procesos de sustitución lingüística siempre han existido y lenguas como el latín, que tuvieron una gran difusión en otras épocas, ya no se usan en la actualidad. Las potentes tecnologías hacen posible la comunicación con más personas, más alejadas entre sí y a un coste menor.
Todas las lenguas no tienen el mismo poder ni la misma fuerza de atracción. Entre las principales causas que contribuyen a su expansión encontramos elementos demográficos, económicos, culturales y políticos mientras que los factores lingüísticos pueden jugar cierto papel en función de la fuerza de los demás. El rol de las lenguas evoluciona para adaptarse a las necesidades de os nuevos contextos socioeconómicos haciéndose más fuertes o desaparecer.
Partiendo de las ventajas económicas que la expansión de una lengua entraña para su comunidad de hablantes, los gobiernos tienen interés en impulsar su difusión fuera de las fronteras a través de distintas políticas. Algunos países como Francia o Inglaterra poseen una larga tradición en esta labor gracias a la herencia recibida de los imperios modernos que contaban con un grado de desarrollo de las tecnologías y de los sistemas educativos como para que la difusión de la lengua fuera un objetivo.
En este trabajo se analiza la influencia mutua de las variables lingüísticas y económicas que repercuten en el posicionamiento del idioma español dentro el contexto actual de las grandes lenguas.
Se ha realizado una investigación combinada empleando varios tipos fuentes de datos de tipo primario y secundario. En concreto, se ha recurrido al análisis documental, al análisis estadístico y se ha realizado un cuestionario. Se ha seguido la metodología del estudio de casos con un enfoque mixto en que se han aplicado técnicas cuantitativas y cualitativas.
De acuerdo al método hipotético deductivo, vamos de lo general a lo particular empezando por el desarrollo del marco teórico seguido de un análisis del contexto internacional de las lenguas para detenernos en el análisis de la lengua española y finalmente llegar al caso concreto de Río de Janeiro.
Brasil, junto con Estados Unidos, se perfila como uno de los grandes mercados potenciales para la difusión del español. La expansión del español en EEUU se ha desarrollado gracias a la emigración económica llegada desde países latinoamericanos, en su mayoría procedentes de México.
El ejemplo de Brasil permite entender el peso de las políticas de planificación lingüística en uno de los mayores mercados potenciales para el desarrollo del español cuyo crecimiento también está relacionado con razones económicas. La proximidad geográfica con países hispanohablantes ha dado lugar a acuerdos comerciales. El más importante, MERCOSUR, se recoge una clausula lingüística. La imagen hacia la lengua española se ha visto reforzada por la fuerte presencia de inversiones de empresas españolas en Brasil. En este contexto fue aprobada en 2005 de la denominada Ley del Español, por la que la oferta de español como lengua extranjera se hace obligatoria en las escuelas de secundaria en todo el país.
Esta decisión lingüística, impulsada por una cuestión económica, repercute sobre las denominadas industrias del español. En el caso de Brasil, las importaciones de libros en español se han incrementado notablemente en los últimos años, especialmente las procedentes de la industria editorial española.
Pero el efecto de estas políticas lingüísticas no se ciñe a la venta de libros o a la contratación de profesores de español. Los estudiantes que se acercan a la lengua y la cultura españolas mejoran sus condiciones laborales en términos de salarios y realizan gastos relacionados con la lengua y la cultura hispánicas en actividades como el turismo hacia países hispanohablantes, la frecuentación de restaurantes y el consumo de productos gastronómicos, la compra de libros etc.
La inversión pública en estas políticas genera un retorno en términos económicos que hacen que las cuestiones de la lengua requieran de una visión más amplia que la meramente educativa. Para maximizar sus potencialidades conviene conocer el producto, el mercado, los clientes y su comportamiento. Con esta investigación se pretende mejorar este conocimiento y contrastar el modelo con resultados de la realidad tratando de aportar nueva información y puntos de vista sobre la lengua española que ayuden a complementar lo realizado hasta ahora.
Como principal resultado, en este trabajo se llega a la conclusión de que la lengua española es un activo para España y los demás países hispanohablantes cuya difusión constituye un factor de desarrollo económico que puede ser optimizado a través de la coordinación entre los organismos públicos, la colaboración de los países hispanohablantes y la planificación de las políticas de difusión de la lengua.