La condición humana está marcada por su precariedad en el vivir. Desde su nacimiento solo puede sobrevivir si es cuidado y acogido. Entre las dimensiones de su existencia está el cuidado esencial. Se plasma en la convivencia social, fundamentada en la “biología del amor”, donde se construye la comunidad del cuidado más allá de los sistemas de cuidados instituidos. En el mundo simbólico socialmente construido se ha asignado a la mujer la tarea de la reproducción y de los cuidados. Es necesario hacer realidad que el cuidado mutuo es una tarea humana asignada a todos y cada uno en el proceso de la vida compartida. Somos seres en relación. El espacio y el tiempo escolar, construido y vivido como el espacio y el tiempo de vida y de aprendizaje, es el lugar idóneo de la experimentación del cuidado mutuo.