La victoria de los atenienses sobre los persas en la batalla de Maratón (490 a.C.), sin dejar de ser historia, rápidamente se hace leyenda, en Grecia en general y muy particularmente en Atenas. Los muertos en el combate fueron "santificados", es decir, elevados a la categoría de "héroes", un término que en su acepción religiosa designa a los muertos que desde su tumba pueden ejercer sobre los vivos una influencia benéfica y que por ello son objeto de culto; y en general "los "combatientes en Maratón" (Marathonomáchai) se convertirán durante toda la Antigüedad, e incluso más adelante en la tradición cultural europea hasta nuestros tiempos, en símbolo de la lucha contra la esclavitud y la tiranía (representada por el imperio persa) en defensa de la libertad (encarnada en el modo de vida y las instituciones políticas de los griegos), y símbolo también de ciudadanos honestos y comprometidos, que ponen el interés de la comunidad ciudadana por delante de sus propios intereses e incluso de su propia vida. La victoria en Maratón fue un motivo recurrente e inevitable de la propaganda política ateniense, que terminó por convertirse, particularmente en época imperial, en un tópico retórico, del que se abusa hasta extremos que rozan lo ridículo. Ya desde el propio siglo V a.C. numerosos textos literarios (poemas de Simónides, discursos de Lisias, Isócrates, Aspasia-Platón, Hiperides, Demóstenes) y otras manifestaciones artísticas, como las composiciones pictóricas que figuraban en el "Pórtico Pintado" del ágora de Atenas, testimonian que los "héroes de Maratón" (y de otras batallas de las Guerras Médicas) son equiparados con los héroes del pasado legendario, sobre todo con los que fueron a Troya. No resulta, entonces, sorprendente que la batalla de Maratón generara enseguida en torno a ella una serie de hechos legendarios más o menos creíbles, o directamente increíbles, como la historia de la mano de Cinegiro, el hermano de Esquilo, o la leyenda de Filípides, el corredor de Maratón, que termina convirtiéndose en el símbolo de la batalla en la tradición cultural europea, sobre todo a partir del siglo XVIII, y acaba incluso dando origen en los Juegos Olímpicos contemporáneos a una de las pruebas más carismáticas del atletismo moderno.