Desde el nacimiento de la CEE las disparidades regionales han constituido una seria preocupación para sus órganos dirigentes por lo que han creado políticas específicas para combatirlas las cuales se han concretado en diferentes tipos de ayuda como las proporcionadas por los Fondos Estructurales, el Fondo de Cohesión o los Programas de Iniciativa Comunitaria.
Las distintas ampliaciones que han tenido lugar desde la primitiva Europea de los seis hasta la actual de los veintiocho han venido apoyadas por la reestructuración de los iniciales Tratados firmados en Roma en 1957 que dieron paso al Tratado del Acta Única Europea en 1986, el Tratado de la Unión Europea (Maastricht) en 1992, el Tratado de Ámsterdam en 1997, el Tratado de Niza en 2000 y el Tratado de Lisboa en 2007.
En este recorrido se ha potenciado el crecimiento sostenido de la UE para convertirla en una economía competitiva y dinámica basada en las tecnologías de la información y las telecomunicaciones proporcionando la investigación y el desarrollo tecnológico más la innovación, en especial en su aplicación a las pequeñas y medianas empresas y todo ello dentro del desarrollo sostenible y respeto al medio ambiente.
Asimismo se ha tenido en cuenta la formación del capital humano, imprescindible para la consecución de los objetivos anteriores y se ha insistido en la lucha contra el paro y la exclusión social que afecta a los territorios más deprimidos formado auténticas bolsas de marginación.
En el aspecto demográfico se ha estudiado el problema que supone el creciente envejecimiento de la población por las consecuencias económicas que de él se derivan al ir disminuyendo cada vez más la población activa y aumentado la de jubilados de modo que éstos pueden constituir una presión excesiva para los regímenes de la Seguridad Social. Por ello se han propuesto medidas para el fomento de la natalidad.
La creación, primero del mercado único y posteriormente de la moneda común ha supuesto un reto indudable a la hora de hacer converger regiones de gran diversidad sociocultural y económica, desde las zonas centrales que se enmarcan dentro del eje Rhin-Ródano, con fuerte desarrollo industrial y concentración de capital hasta las ubicadas en los países del sur, con más dedicación a las actividades agrícolas las cuales acogen con frecuencia irregularidades espaciales o bien las zonas ultraperiféricas tan alejadas físicamente del continente a lo que suele unirse la insularidad.
A estos obstáculos se han unido los vaivenes económicos internacionalesque periódicamente han llevado a la recesión sobre todo a los países más débiles y cuyo máximo exponente ha sido la crisis mundial de 2008 que ha hecho que se tambaleen los resultados obtenidos con tanto trabajo.
En el tercer trimestre de ese año el PIB disminuyó un 0.2% tanto en los países de la moneda única como en la Europea de los 27 con lo cual la eurozona entraba en la primera recesión desde la puesta en marcha de la divisa al haber descendido este indicador por segundo trimestre consecutivo. Ningún país presentaba superávit y la mayor parte de ellos incumplía el objetivo de déficit mientras la deuda aumentaba progresivamente.
En 2010, ante la amenaza de suspensión de pagos, eran rescatados por la UE y el FMI primero Grecia y después Irlanda y en 2011 le seguía Portugal, Chipre será intervenido en 2013.
Todos estos hechos tuvieron desde el principio repercusión en los mercados financieros en los que se instaló la desconfianza y tras un segundo rescate de Grecia corrió el rumor de que se vería obligada a abandonar el euro. Las agencias de calificaciones rebajaron la nota de la deuda de los países más débiles incrementándose los intereses de financiación y en el caso de los Estados rescatados imposibilitaron el acceso a los mercados.
Al considerar que el euro estaba en peligro se estableció un Pacto de Disciplina Fiscal para evitar los excesos de déficit y deuda que debería recogerse en la Constitución de cada uno de los países integrantes.
Los dos Estados periféricos no intervenidos, España e Italia, fueron también objeto del ataque de los mercados y desde 2011 sufrieron una escalada implacable de la prima de riesgo lo que dio lugar a un aumento de la rentabilidad de los bonos de deuda que fue haciendo cada vez más difícil la financiación en los mercados. España añadió además a este problema una enorme exposición de las Cajas de Ahorro al sector inmobiliario por lo que, tras la caída de éste se vio obligada a pedir un recate parcial para la banca que evitara el colapso del sistema financiero.
Andalucía fue desde el principio beneficiaria de los Fondos Estructurales al contar con una renta per cápita inferior al 75% de la media europea, además de tener una altísima tasa de paro. Tras la ejecución de tres Marcos Comunitarios de Apoyo en los que se fueron aplicando las directrices estratégicas europeas, en 2007 los índices de convergencia habían mejorado notablemente. Sin embargo, los buenos resultados obtenidos se destinaron únicamente a la creación de empleo con objeto de paliar el paro endémico de la región sin tener en cuenta la baja productividad de los puestos de trabajo originados. A esto hay que sumar los desfases sectoriales existentes puesto que en el último período la construcción había superado a la industria en producción y sobre todo en empleo.
La llegada de la crisis puso de relieve los desequilibrios existentes. Entre 2008 y 2014 se destruye el 18.2% del empleo total y dentro de los puestos de trabajo eliminados el 72.5 % pertenecía a la construcción. Por otra parte el PIB había descendido el 6.68% llevando el índice de convergencia con la UE a niveles intermedios del período 1995-2000.
No obstante desde su entrada Andalucía ha obtenido múltiples beneficios de la Unión Europea recibiendo 80000 millones de euros en ayudas que supone una media anual del 3.6% del PIB regional, apoyo que ha sido fundamental para el desarrollo de la región a pesar del retroceso sufrido en estos últimos años ha pasado del 56% de la media europea en 1986 al 70% en 2013.
Actualmente las principales debilidades que la afectan son un proceso de crecimiento desequilibrado con endeudamiento público y privado superior a la media nacional, altos índices de paro, creación de empleo cualificado con baja productividad y escasa formación de la mano de obra y debilitamiento de la industria que cuenta a su vez con un tejido empresarial caracterizado por la atomización y la falta de aplicación tecnológica.
Los retos a conseguir son el cambio de modelo productivo, apostando por actividades de mayor valor añadido; mejor formación del capital humano, propiciando la colaboración entre la Universidad y las empresas para la adecuación a las necesidades de los mercados y, atracción de inversiones eliminando las trabas burocráticas.