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La regeneración urbana se entiende como respuesta a las oportunidades que posee el
lugar y a los retos provocados por un deterioro urbano en un área específica y en un
momento determinado. Por ello, ante la situación de aislamiento y desconfiguración en
la que se encuentra el barrio de San Felipe Neri (originariamente arrabal artesanal de
Fontanalla), se propone su revitalización mediante la recuperación y puesta en uso de
su esencia, su identidad: la ARTESANÍA, para, de este modo, consolidar Fontanalla
como nuevo polo de conocimiento artesanal e introducirlo dentro de la oferta
turística de la ciudad, favoreciendo así el desarrollo social del sector.
Teniendo como base para el funcionamiento urbano del barrio el modelo perteneciente
a la época barroca, se propone la recuperación de las líneas transversales que
articulaban el barrio en aquel momento como ejes revitalizadores actuales,
favoreciendo la conexión Norte-Sur, y estableciendo una tensión programática Este-
Oeste.
Debido a la gran cantidad de vacíos, la regeneración del barrio se plantea como un
proceso de consolidación a largo plazo a través de tres líneas cronológicas de
regeneración (abarcando aspectos arquitectónicos, patrimoniales, sociales y
culturales) asociadas a cada uno de los ejes propuestos, marcando como objetivo el
año 2025 bajo el nombre Fontanalla’25:
Eje 1. Descubre Fontanalla. Re-conectar turísticamente y hacer accesible Fontanalla
Eje 2. Vive (en) Fontanalla. Re-vitalizar sistemas sociales. Puesta en valor de lo existente
Eje 3. Aprende en Fontanalla. Re-activar sistema productivo
La revitalización se inicia en el eje Descubre Fontanalla, el cual, a través de los restos
arqueológicos presentes, va a servir como reclamo para atraer al sector turístico y
ponerlo en contacto con los artesanos. El resto de solares, a la espera de
revitalización, se abren al público, participando de la regeneración que se esté
produciendo en el eje 1 a través de elementos dinamizadores de espacio público.
Estos “tinglados” efímeros e itinerantes se conciben como “sucursales” del uso
principal, albergando talleres temporales y llenando de vida el barrio en su conjunto
desde el primer momento. Así, se utilizan los espacios abandonados como
espacios de oportunidad, manteniendo una importante relación con el olvido como
estrategia, o al menos provocando la construcción de un recuerdo inmediato que
alivie la memoria doliente que ha supuesto la demolición y el abandono de los últimos
años, generando para ello un elemento reconocible y propio en el barrio a la espera de
su consolidación. Es una reconstrucción anímica, proponiendo la invasión del barrio
por parte de personas, como sucede “cuando la nieve cae sobre las ciudades” Aldo Van Eyck
Para iniciar la revitalización del barrio se propone una intervención ejemplar en dos de
los solares del eje 1, en la que: recuperar el germen artesanal, entender las
preexistencias como reclamo para unir turistas y artesanos y establecer una relación
programática con el Museo del Vidrio y del Cristal y el Centro Pza Montaño.
Aspectos programáticos y conceptuales
¿Qué mejor que recuperar como modelo programático algo que es intrínseco a
Fontanalla desde su nacimiento como arrabal musulmán? De este modo, se establece
como programa del proyecto un Laboratorio de Artesanos asociado a un Centro de
Interpretación de la Artesanía Medieval, en el que explicar y poner en contacto a
todos los interesados con la riqueza arqueológica y la tradición de un barrio tan
olvidado en los últimos años.
La intervención se concibe como lugar de cruce y encuentro de turistas, artesanos,
artistas…sin jerarquías espaciales evidentes, es un espacio común donde poder
exponer e intercambiar ideas, ver el modo de trabajo, acceder a exposiciones, visitar la
cafetería, entrar en la mediateca, descubrir las preexistencias, o quizá asomarse a
Málaga: multitud de posibilidades. Todo es posible sin, por ello, tener que subdividir los
espacios. Por eso, el edificio se entiende como un ente abierto, no con una estructura
rígida y definida, sino como algo susceptible de lo que se vaya a realizar, pudiéndose
adaptar a la especialización o a la diafanidad. No hay separación por oficios, es un
modelo de trabajo en conjunto, autodidacta.
El proyecto se compone de un pasaje abierto al público que te traslada al “Érase una
Vez”, al origen del barrio, para visitar sus preexistencias, conocer su historia y el oficio
de artesano. De esta forma, y con la intención de favorecer la llegada de actividad
hacia calle Chinchilla, se contempla la conexión directa de esta calle con Dos Aceras a
través del pasaje longitudinal. Esta linealidad, a su vez, es fragmentada espacialmente
con diversos ejes transversales que introducen patios abiertos al pasaje. Así, se
aportan aperturas espaciales puntuales a esta estrechez propia de la trama
musulmana y tan característica del centro de Málaga. El hecho de articular el espacio
teniendo el patio como elemento estructurador va a permitir crear diferentes
secuencias, tiempos, perspectivas…, lo cual pone de manifiesto que el recorrido en el
proceso de descubrir el proyecto no es monótono, sino que está lleno de vida y de
carácter. El visitante se halla expuesto a la sorpresa, al detalle, a la novedad.
Al llegar a calle Chinchilla, esta se concibe como la verdadera protagonista, tanto por
ese juego de pequeños espacios adaptados a la escala del artesano, los cuales, a su
vez, dotan de importancia a las preexistencias, como por la recuperación del concepto
barroco de focalización visual hacia la iglesia de San Felipe Neri, la cual vuelve a
explicarse con el contexto urbano al constituirse como verdadero elemento vertical
frente a la horizontalidad del proyecto.
La volumetría del proyecto encuentra su razón de ser en su diferente respuesta frente
al entorno urbano en el que se inserta. El entender un primer volumen como un
elemento materialmente uniforme con aberturas muy controladas viene del hecho de
reinterpretar el concepto de adarve y de construcción árabe, caracterizada por la
homogeneidad de las fachadas, blancas y opacas, y la mínima presencia de huecos.
No se renuncia a la estrechez, siendo contrarrestada potenciando su luminosidad.
Para restituir los frentes de calle Chinchilla y poner en valor su patrimonio arqueológico
se juega con la riqueza material y los detalles a través de veladuras, transparencias,
perforaciones…, ese “ver y no ser visto” tan característico en estos enclaves. Así,
se permite intuir lo que en su interior ocurre, contribuyendo al efecto de intriga, de
sorpresa, de DESCUBRIR FONTANALLA, y volcando su protagonismo hacia lo
existente: los restos arqueológicos, y hacia su esencia: la artesanía.
Ya que NO HAY MEJOR FORMA DE REHABILITAR QUE PONER EN USO LO YA
EXISTENTE EN EL LUGAR