La necesidad de la formación educativa para el personal docente de secundaria y
formación profesional es un reto innovador, que se pone en manifiesto con la llegada de
un sistema sin precedentes en la educación universitaria española. Dentro de la
educación formal, hemos vivido el proceso de formación a través del obsoleto CAP
(Cursos de Adaptación Pedagógica) de tres meses de duración aproximadamente,
dependiendo de la Comunidad Autónoma. También, instituciones como el INEM
(Instituto Nacional de Empleo) forman a monitores y formadores, dentro de un sistema
educativo no formal, que posteriormente imparten clases a través de sus redes de
empleo. Habitualmente estos cursos están destinados a desempleados en programas de
refuerzo profesional, reinserción social y talleres ocupacionales.
La llegada de un máster en la educación formal de posgrado universitario -actualmente
de un año de duración- en educación del profesorado de de educación de secundaria
obligatoria, bachillerato, formación profesional y enseñanzas de idiomas determina un
rango de mayor nivel académico. Esto significa, por un lado, que la formación que
vamos a adquirir los alumnos es de calidad ±nivel máster- y, por otro, que el
profesorado debe auto exigirse el compromiso de impartir unos conocimientos con una
proyección también mayor. La enseñanza expuesta en una carrera universitaria -para la
obtención de la licenciatura o del título de grado- queda superada. De este modo debe
constar en los objetivos planteados por ambas partes ±alumnado y profesorado-, al tener
como premisa un nivel de exigencia mayor que los antiguos cursos de adaptación
pedagógica, de menor duración y sin la mención de máster.
El máster de profesorado implica una conciencia actualizada de la difusión del
conocimiento, desde las universidades españolas al continente europeo -y viceversa-, al
ser requisito imprescindible para su estudio, en concreto en la Universidad de Málaga,
la certificación del conocimiento de una lengua extranjera con un nivel mínimo B1.
Esta iniciativa pudiera abastecer en un futuro, esperemos no muy lejano, la posibilidad
de las lecturas de los Trabajos Fin de Máster (TFM) en dos lenguas de la Unión
Europea, castellano y otra, justificando así, la categoría requerida en los Centros de
Enseñanza Obligatoria con Proyectos de Bilingüismo.