Durante la época de la República era una costumbre bien conocida que el cónsul o pretor destinado a una provincia se dotara de una serie de colaboradores y acompañantes que constituían la cohors o comitiva del imperator. Dicha comitiva solía componerse de personas vinculadas a los círculos sociales y particularmente familiares del mandatario en cuestión, siendo habitual encontrar en éstas a parientes, hermanos e incluso hijos de los mandos romanos. Aunque los autores clásicos no suelen conceder demasiada atención el papel que cumplían los hijos y parientes en el séquito de colaboradores de un mandatario provincial, su presencia habitual en estas comitivas indica que se trataba de un comportamiento característico y representativo de la clase política romana, cuyo interés no se hallaba sólo en contribuir a la promoción política y social de los implicados, sino en el hecho en sí de participar de unos hábitos distintivos y privativos de la nobilitas.