El carcinoma de endometrio se ha posicionado como la neoplasia maligna del tracto genital femenino más frecuente en nuestro medio. Afortunadamente se trata de una enfermedad con altas tasas de curación, especialmente cuando se trata de tumores tipo 1 y son diagnosticados en estadios precoces, lo cual ocurre en la mayoría de las ocasiones.
El abordaje quirúrgico de estas pacientes lleva años siendo objeto de un intenso debate. En los casos considerados de alto riesgo, la linfadenectomía ha mostrado beneficios terapéuticos y existe consenso sobre su necesidad. Sin embargo, en los casos de bajo y medio riesgo, su utilidad no ha podido ser demostrada.
Justificación
No realizar linfadenectomía en los casos de medio y bajo riesgo supondría infraestadiar un porcentaje estimado del 10-15% de pacientes pertenecientes a estos grupos, los cuales estadísticamente sabemos que presentarán metástasis linfáticas. Serían, por tanto, manejados como estadios I tratándose en realidad de tumores en estadio III, por lo que recibirían un tratamiento adyuvante inferior al necesario. Además, decidir si realizar o no linfadenectomía en función del riesgo tumoral adjudicado preoperatoriamente por biopsia y RMN implica arriesgarnos a tratar como casos de bajo o medio riesgo pacientes que en realidad presentarán un riesgo tumoral mayor, ya que estas pruebas se muestran muy inespecíficas para la tipificación y estadiaje de la enfermedad.
Por otro lado, realizar linfadenectomía en todos las casos de bajo y medio riesgo supondría sobretratar un gran porcentaje de pacientes, ya que la mayoría van a resultar negativas, suponiendo su realización un incremento innecesario del riesgo quirúrgico.