La artista María Cañas desarrolla una animada sesión en la que promueve un concepto de creación dedicado a la cultura del reciclaje, al apropiacionismo y a la experimentación artística, abogando por plantearla como una resistencia a la distracción en pos del cultivo del fuego interno. Como defensora a ultranza de la no privatización y la liberalización de nuestra memoria histórica e imaginarios, y activista comprometida con la idea de cultura como construcción colectiva, defiende la función del archivo orgánico y del detritus audiovisual como herramientas de desarrollo cultural.