En los últimos tiempos hemos asistido a un resurgir del debate sobre la utilidad del servicio militar obligatorio. Suecia, Francia o Marruecos han apostado por volver a poner en marcha de una u otra forma el sistema de recluta obligatoria. Estas iniciativas han hecho que otros gobiernos se planteen seguir sus pasos. La idea principal que subyace no parece ser la necesidad de movilizar grandes contingentes de soldados, sino recuperar uno de los antiguos mecanismos de nacionalización que tan efectivos fueron durante los siglos XIX y XX. El siglo XXI está siendo el de la eclosión de nuevas formas de identidades colectivas: se han multiplicado y su expansión parece responder a una lógica de mercado. En él los individuos eligen libremente entre aquellas identidades colectivas que tienen a su disposición. La identidad ya no se hereda, sino que se elige. Esto puede resultar una amenaza para la supervivencia no sólo del estado nación como lo conocemos, sino también los consensos que permiten a los individuos convivir en un mismo marco social. En nuestra texto ofrecemos un análisis general de estas propuestas de recuperación del servicio militar obligatorio, criticamos la utilidad del mismo como agente de nacionalización en el siglo XXI, y exponemos algunos posibles efectos secundarios de su posible vuelta.