En su función como producto de turismo cultural los cementerios se hayan sujetos a las leyes del marketing del patrimonio: con independencia de sus seguros valores históricos y patrimoniales el éxito que detenten de cara a la sociedad depende, en ocasiones, de factores exógenos o, por el contrario, buscados y pretendidos, que los hacen más o menos atractivos de cara a sus posibles visitantes.
Dentro del primer caso se encuentra la denominada Rosselyn Chapelle y su cementerio anexo (Edimburgo, Escocia), del Osario de Seldec (Kutná Hora. República Checa), y el el cementerio Grey Friars de Edimburgo. Hay cementerios que –como el judío de Praga-, se ofrecen en su imagen prístina carente de ningún tipo de musealización que pudiera interpretarse como una alteración de su imagen primigenia, mientras que otros, como el de Assisten (Copenhague) o el de Prazeres (Lisboa), disponen de señalética y elementos museográficos, o, incluso un museo termático, como ocurre con el cementerio de Glavesnin (Dublín). La creación de la ruta europea de cementerios singulares, constituye, en esencia, una actuación de marketing patrimonial.