A lo largo de la historia el deporte ha estado implicado en comportamientos violentos bien sea por diversión o competitividad. La parte lúdica del deporte lo convierte en un espectáculo en el que ganar o perder representa el triunfo o el fracaso de todas las personas que apoyan a un equipo o a un deportista en concreto.
Si bien es cierto que el Derecho penal dispone de articulado regulador en el ámbito del Derecho deportivo, hay que recordar que es el Derecho administrativo el que más sanciones impone en esta materia. Aun así, no podemos obviar que existen numerosos comportamientos sancionables desde el Derecho penal que quedan en “tierra de nadie” por cometerse en un lugar en el que ya existen reglas propias como pueda ser un campo de fútbol o un ring de boxeo.
El fútbol es el deporte de equipo que resuena cuando estamos interesados en conocer un fenómeno social y deportivo, por todo lo que conlleva a nivel político y económico. Más allá de nuestras fronteras, en Argentina o Perú, la vivencia del fútbol no vive despegada de la búsqueda de beneficios, tal y como ocurre en nuestro país. Los amaños no son tan excepcionales como se piensa, como tampoco lo es el dopaje u otras actividades delictivas vinculadas al fútbol como el blanqueo de capitales o el tráfico de drogas.