Según la literatura científica, las habilidades autopercibidas por el individuo en
Inteligencia Emocional (atención a las emociones, claridad emocional y reparación emocional)
pueden funcionar como amortiguador en la asunción de riesgos, tales como participar en actos que
atentan contra la salud y la integridad física, apostar grandes cantidades de dinero en juegos de
azar, manifestar actitudes que pongan en riesgo la imagen social, etc. En el presente estudio se han
relacionado las dimensiones de la Inteligencia Emocional autoinformada por el individuo, con la
probabilidad de involucrarse en comportamientos de riesgo en los distintos ámbitos de la vida.
El estudio se realizó con una muestra de 219 participantes (hombres y mujeres) con edades
comprendidas entre los 18 y los 59 años, los cuales informaron de sus habilidades percibidas en
Inteligencia Emocional y de la probabilidad de participar en comportamientos de riesgo mediante
dos escalas específicas para cada constructo. Se han encontrado asociaciones entre las dimensiones
de ambos constructos (claridad y reparación emocional percibida con conductas arriesgadas en los
dominios de salud, ético, social y recreativo), tanto directas como inversas. Además, se han
encontrado diferencias entre sexos, siendo las mujeres las que prestan más atención a sus
emociones y las que acometen más conductas de riesgo en lo relativo al ámbito social; en tanto
que los hombres se presentan más proclives a participar en conductas de riesgo relacionadas con
la inversión en el juego. Por otro lado, no se ha encontrado relación entre la atención emocional y
las variables de estudio. Se discuten al final las propuestas de intervención para el entrenamiento
en estas habilidades.