Partiendo del proyecto titulado Ni decir que presenté en el Crucero del Hospital Real de Granada durante los meses de febrero y marzo de 2018, en este artículo propongo una serie de reflexiones sobre el proceso de elaboración de una obra pictórica. En este caso, me referiré a los límites del control racional sobre el hacer y a las condiciones que surgen del contacto íntimo con la materia.
En una sociedad sobresaturada de un tipo de imagen que viene asociada a un determi-nado e interesado sentido, frente a un acelerado contexto en el que no es fácil filtrar los contenidos opacos que tantas veces recibimos de forma involuntaria a través de las redes sociales y los medios de comunicación, es necesario reflexionar sobre la función del arte y sobre la responsabilidad del artista respecto de la saturación de ese tipo de imagen y los efectos que sus códigos están ejerciendo sobre las posibilidades del ver.
Por ello, en este texto propongo la posibilidad de la práctica pictórica como una ética basada en la distancia y el silencio, conceptos complejos y poliédricos que se abordarán en este trabajo.
Con el fin de concretar esta propuesta, utilizaré como ejemplos la obra de los pintores contemporáneos Qiu Shishua (China, 1940) y Fu Xiaotong (China, 1976), cuyos traba-jos ilustran las ideas que aquí se exponen.