Las ciudades españolas aparecen en muchos rankings internacionales de calidad de vida y destacan por su amplia red de transporte público urbano, su oferta universal de servicios básicos fundamentales como la sanidad y la educación, y la seguridad y calidad de sus espacios públicos, especialmente en los centros urbanos. Sin embargo, para muchas personas que viven en nuestras ciudades el acceso a un empleo decente y a las oportunidades laborales son limitadas, en particular para los jóvenes, los parados adultos de larga duración y las mujeres; la innovación en el sector industrial es limitada; y las formas de crecimiento adoptadas en los últimos tiempos han sido poco sostenibles desde el punto de vista medioambiental, con excesiva ocupación de nuevos suelos, espacios libres sobredimensionados, y la consecuente presión sobre recursos naturales limitados y los impactos negativos en los ecosistemas naturales incluidas las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera.