A largo del primer tercio del siglo XX, particularmente a partir de la Primera
Guerra Mundial, España asistió a un incremento considerable del consumo de
electricidad1. La limitada penetración que había tenido el gas en el ámbito doméstico -
para alumbrado o calefacción- y la producción de hidroelectricidad, unidos a los
competitivos precios que ofertaban las compañías para captar consumidores, impulsaron
el consumo de la nueva fuente de energía en los hogares españoles, lo que redundó en la
mejora de las condiciones de vida de las poblaciones urbanas.
Esta comunicación estudia, desde una perspectiva social, cómo fue
expandiéndose el consumo de energía eléctrica para fines domésticos en España,
fundamentalmente en el mundo urbano, desde los primeros años del siglo XX, y de
formas más acelerada en las décadas de los veinte y treinta.