La termografía infrarroja viene siendo una tecnología utilizada en el entorno clínico desde hace tiempo y que gana aplicaciones y extensión en este sector dado los avances técnicos de las cámaras y el aumento de la facilidad de adquirir un equipo.
En este aumento de la utilización clínica de esta tecnología tiene gran utilidad la aplicación de dicha técnica a la visualización de patologías musculo-esqueléticas leves dada su gran capacidad de formar imágenes cada día más nítidas y exhaustivas gracias a la radiación infrarroja emitida, en este caso, por los pacientes y que los equipos de hoy día permiten formar llegando a poder asignar dos píxeles de distinto color a temperaturas que difieren entre sí 0,01 ºC.
Es en este caso la capacidad gráfica de transformar la emisión de radiación infrarroja de cualquier cuerpo en una imagen y los distintos patrones gráficos que se pueden apreciar, lo que permite que una magnitud como la temperatura aporte información con gradientes tan pequeños.
Como ejemplo, del que se expondrá un caso concreto en este artículo, valga la utilidad frente a lesiones cervicales leves producidas por accidentes de tráfico a baja velocidad que son difícilmente objetivables y valorables con otras técnicas.