Con el inicio de la Edad Moderna se produjo un creciente interés por el conocimiento de la historia de civilizaciones pasadas, en razón de unas influencias directas de tipo cultural, económica, social y política. Dicho interés se convirtió en admiración plena al abordar la cultura Romana, modelo a seguir en sus diversas manifestaciones por aquellos eruditos que no cejaban en su empeño de redescubrir el espíritu Clásico. El estudio de la lengua latina y la puesta en valor de su esplendoroso patrimonio artístico ocupó buena parte del tiempo de los amantes del tema afanados en aplicar su labor sobre el ámbito más cercano. Es lo que ocurrió al letrado Macario Fariñas del Corral, quien se sumó a la pléyade de distinguidos anticuarios andaluces del siglo XVII aportando su más que particular grano de arena en el conocimiento de la Bética Romana. La presente comunicación tratará de ofrecer luz acerca del referido personaje. Muchas son las incógnitas que intentaremos desentrañar acerca de su perfil biográfico circunscrito, en gran parte, a la ciudad de la que era oriundo, Ronda. Un asentamiento milenario, dicho sea de paso, que le ofreció el material necesario para profundizar en sus estudios y donde encontró la libertad precisa de cara a experimentar in situ en las prospecciones arqueológicas del lugar y mover muchas de las piezas encontradas al calor del creciente coleccionismo privado y las necesidades de las instituciones públicas. Pero Macario Fariñas fue mucho más; un verdadero erudito y humanista del siglo XVII que controlaba campos tanheterogéneos como el de las ciencias, las artes y las letras, moviéndose con mayor soltura en estas últimas al decir de su constante ejercicio de la jurisprudencia, la historia, la poesía y la pintura, entre otros. Todo ello, le condujo a recibir un enorme respeto y reconocimiento social por parte de sus conciudadanos extendido a buena parte territorio andaluz, en su élite más instruida.