La principal labor de cualquier ingeniero es la de satisfacer las necesidades de la sociedad de una manera eficiente. Las construcciones proyectadas y ejecutadas deben de cumplir los requisitos que la sociedad demanda, no sólo desde el punto de vista económico, sino también medioambiental y de la seguridad. El sector de la construcción es un sector muy conservador que se basa en la utilización de métodos y técnicas de construcción sustentados en años y años de experiencia. La creciente inquietud en la sociedad acerca del cambio climático y el respeto del medio ambiente hace que se pretenda replantear dichos métodos de construcción tradicionales, cuestionándose si con los medios actuales podrían mejorarse. Por lo que, uno de los desafíos más importantes que enfrentamos como sociedad es lograr un equilibrio entre el consumo de materias primas y nuestra necesidad de desarrollo. La evolución futura de la actividad industrial debe incluir criterios tanto de eficiencia como de reutilización de residuos. Debemos limitar la dimensión de la transformación en un entorno sostenible donde podamos satisfacer nuestras necesidades sin comprometer gravemente las de las generaciones futuras. Para lograr este entorno sostenible, debemos influir fundamentalmente en la reducción de las emisiones de gases nocivos (efecto invernadero) y en la reducción del uso de materias primas naturales.
Una forma de reducir el uso de materias primas es dirigir nuestros esfuerzos hacia objetivos como los propuestos en la teoría de la economía circular. Toma conciencia de que habitamos un mundo con recursos finitos.
Por lo tanto, la esencia de la economía circular es optimizar la reutilización de los recursos generados e introducirlos de nuevo en la cadena de producción. Este proceso, conocido como valorización de residuos, se ha vuelto cada vez más importante y hoy es un campo o investigación con un gran potencial.