Varios estudios indican que la participación en cursos de traducción audiovisual (TAV), tanto de doblaje como de subtitulación, contribuye al desarrollo de la competencia lingüística en las L1 y L2 (Díaz Cintas, 2012; Neves, 2004; Talaván Zanón, 2013). La inclusión de estas formas de TAV en los cursos de lenguas se enmarca en el enfoque comunicativo por excelencia, en el que la lengua se convierte en un instrumento de interacción con el entorno. Siguiendo esta metodología, el doblaje y la subtitulación pueden ser utilizados como excelentes recursos didácticos ya que alejan al alumnado de la explicación de reglas gramaticales y de la repetición de ejercicios de forma rutinaria a través de textos y, sin embargo, lo transportan, a través de los medios audiovisuales, a contextos lingüísticos reales. Fomentan, además, la puesta en práctica de una forma lúdica de aquello que se aprende, dando lugar, en la fase final de la tarea, a la revisión y a la autocorrección de posibles fallos.
En el enfoque comunicativo ganan protagonismo materiales auténticos con los que el estudiante se traslada mentalmente fuera del aula. Las películas a doblar/subtitular fomentan que el alumnado se vea inmerso en situaciones lingüísticas reales que no siempre encontramos en los libros de texto, escritos y editados específicamente para el aprendizaje. En este artículo nos gustaría indagar cómo el alumnado mejora sus destrezas de producción y comprensión oral y escrita. Este recurso tan novedoso fomenta, además, la comprensión y profundización en temas culturales de diversa índole, y lo hace de una forma amena y atractiva. Otra de las ventajas es que el alumnado se convierte en el centro del proceso de aprendizaje y puede trabajar de forma tanto individual, en parejas o por grupos, de forma que se favorece el aprendizaje autónomo pero también el colaborativo.