Esta comunicación trata sobre la fundamentación lingüística del genérico inclusivo. Para esto, se parte de la evidencia particularizando una generalidad. Centro primero mi atención en cómo las universidades usan el masculino genérico en sus documentos, contraviniendo sus propias normativas. Esta contribución institucional a la representación del mundo patriarcal y a las prácticas patriarcales es interpretada como una resistencia ante los reclamos de los feminismos. La justicia social y epistémica es tachada desde instituciones como la RAE de ignorancia lingüística. Aquí defiendo, con fundamentos lingüísticos, la legitimidad de etiquetas lingüísticas como “alumnxs” o “alumnes”, partiendo de un supuesto –comprobado al interior del propio estructuralismo- de que la lengua es forma y no sustancia.