La luz azul está presente en el sol y en prácticamente todas las fuentes
de iluminación a las que nos vemos expuestos diariamente. El aumento de
radiación azul a la que nos vemos expuestos como consecuencia de los
nuevos hábitos de vida de la sociedad moderna, caracterizados por altos
tiempos de uso de dispositivos móviles y ordenadores bajo una
iluminación interior en su mayoría tipo LED, nos ha llevado a
plantearnos si estamos expuestos a unas dosis capaces de provocar un
trastorno en la pigmentación de nuestra piel. Para ello hemos
establecido una ecuación de referencia a partir de los valores promedio
de cada tipo de fuente, que nos permitirá estimar los porcentajes de
contribución en cada caso y determinar si alguna de ellas presenta una
contribución muy superior al resto y que, por tanto, pudiéramos
considerar controlante a la hora de determinar su influencia sobre la
pigmentación cutánea. Por su espectro, el sol es la fuente de azul más
pigmentante, sin embargo pasamos en términos generales muchas más horas
bajo fuentes artificiales de luz azul cuyo espectro de emisión se sitúa
por encima de los 450 nm, teniendo una contribución casi 10 veces menor
con respecto a las fuentes con luz violeta (alrededor de 400 nm) a la
generación de melanina. Es por ello por lo que el sol es el mayor
contribuyente a la generación de melanina cutánea y no son prácticamente
significativo el potencial de generación de melanina la exposición
prolongada a dispositivos móviles, aunque es un efecto sumatorio de
todas las exposiciones. Los fotoprotectores actuales enriquecidos con
óxidos de hierro y otros filtros minerales contribuyen a una disminución
significativa de la penetración de luz violeta y azul en la piel, por lo
que un fotoprotector con color es efectivo para protegernos de estas
radiaciones de visible de alta energía.