Los trasvases de la literatura juvenil al cine han sido ampliamente estudiados desde distintas perspectivas (Salido López, 2015; López González, 2017); sin embargo, no sucede igual si nos aproximamos a tan sugestiva materia en sentido contrario, esto es, si nos interesamos acaso por la presencia del cine en la literatura juvenil. Probablemente, el título más conocido en este ámbito pudiera ser "Cineclub", de David Gilmour, cuyo original en inglés se publicó en el año 2007. No obstante, existe un caso paradigmático bastante anterior en el marco de la literatura española que habría de ser muy tenido en cuenta: "Una vida de película" (1993), de José Antonio del Cañizo. El escritor, de origen valenciano y residente en Málaga, reconocido por diferentes premios de gran prestigio y admirado por el público lector más joven, ha logrado ofrecer, por tanto, un nuevo camino dentro de la encrucijada de la lectura infantil y juvenil actual, y es de justicia ahora ponerlo, por fin, en valor.
Así, la presente propuesta pretende tasar y analizar la presencia del cine en su libro Una vida de película, estratificándose dicha presencia en tres bloques: 1) presencia nominal en los títulos de los capítulos, ya que muchos de ellos son variantes de algunos de los filmes más célebres, por ejemplo: «Desayuno con diamantes» o «¡Qué bello es vivir!»; 2) presencia en los personajes principales, puesto que, de hecho, tres de los protagonistas son Alfred Hitchcock, John Houston y Luis Buñuel; 3) presencia en la construcción argumental del relato, dado que el narrador es un crítico de cine fallecido que, ya en el Cielo, tiene el honor de asistir a una apuesta entre los tres míticos directores y Dios para convertir la vida del tipo más mediocre y aburrido de la Tierra en una vida de película.