La obesidad es considerada por la Federación Internacional de Trabajo de la Obesidad (IOTF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) como la epidemia del siglo XXI debido al impacto sobre la morbimortalidad, la calidad de vida y el gasto sanitario que ha ido adquiriendo a lo largo de las últimas décadas. Igualmente contribuye de manera importante a la aparición de enfermedades crónicas, como las enfermedades cardiovasculares. Los principales causantes de esta epidemia son la falta de actividad
física, el estilo de vida sedentario y la globalización del sistema alimentario. La dieta mediterránea se caracteriza por un elevado consumo de verduras, frutas, cereales y frutos secos y el empleo del aceite de oliva como grasa principal. Una alta adherencia a esta dieta ayuda a predecir la prevalencia de DM2 y síndrome metabólico. También, se ha demostrado que la actividad física junto con un plan de alimentación estructurado, mejora la salud y previene las enfermedades cardiovasculares. Del mismo modo, sabemos que determinados nutrientes abundantes en la dieta mediterránea contienen componentes bioactivos, los cuales son los responsables de producir estos efectos protectores y beneficiosos para la salud. Estos componentes bioactivos tendrían la capacidad de modular la expresión de determinados miRNAs con el consecuente efecto sobre vías involucradas en el metabolismo.
Por todo esto, se analizó en un grupo de sujetos con obesidad mórbida, la asociación entre la dieta mediterránea, el síndrome metabólico y el estilo de vida, además de estudiar una posible asociación con niveles de ciertos miRNAs medidos en suero. Entre los resultados del estudio se observó que existe una asociación significativa entre la adherencia a la dieta mediterránea y los distintos criterios que definen la presencia de síndrome metabólico.