Paralelamente a la difusión de la pandemia en distintos países y de la generación de datos
epidemiológicos sobre la misma, han ido proliferando cartografías de distinta índole relacionadas
con la temática de riesgo comparado de contagio en distintos territorios.
En un contexto confuso y acelerado, y condicionado por el carácter confidencial de la información
médica de los afectados, el uso estadístico y cartográfico proporcionado a los datos no siempre
ha sido riguroso, por lo que los resultados y conclusiones ofrecidos por muchas cartografías
editadas son generalistas, tienen muchos sesgos y son difícilmente comparables.
En el trabajo se propone una aportación metodológica para abordar de forma rigurosa y
homologable la cartografía de riesgo de COVID-19 a escala de detalle. Se parte de datos
geolocalizados de máxima precisión sobre la ubicación de afectados (domicilio postal), y se
propone, a partir de estos datos geolocalizados, analizar el patrón espacial del contagio en la zona
de estudio. Para ello se genera una unidad espacial de análisis específica (foco de contagio), que
sustituye a las unidades espaciales artificiales de referencia (sección, distrito, municipio) utilizadas
en la mayor parte de las cartografías de COVID. Al utilizar esta unidad de análisis, se evitan los
sesgos introducidos por la generalización estadísticas en unidades espaciales heterogéneas. A
partir del foco de contagio, se generan mapas con distintos indicadores de peligrosidad, así como
un indicador final de riesgo.