La presente comunicación relata la historia de tres chicos del mismo barrio pero con vidas muy diferentes. Cada uno de ellos ha superado ciertas barreras derivadas de la exclusión y la marginación social con la que han convivido debido al contexto que han heredado desde la infancia. En la actualidad, cada uno de ellos ha conseguido lograr algunas de las metas que tenían en mente. A lo largo de estas páginas fundamentaremos cuáles son estas metas y el arduo camino que han tenido que recorrer para llegar a
algunos de sus destinos propuestos, donde ha estado presente la resiliencia, el acompañamiento y, como no, el afecto.
Cada vez más, el acompañamiento educativo se presenta como un elemento que cobra mayor protagonismo en los procesos resilientes. No entendemos el acompañamiento sólo como una herramienta que el educador o educadora social puede usar en la acción, sino que también el acompañamiento se sitúa como propia acción socioeducativa: “en la línea de caminar al lado de alguien que se dirige a un objetivo” (Planella, 2008, p. 2). Esta idea de estar junto a alguien ofrece un sinfín de oportunidades en la propia acción de educar.
Por ello, con esta comunicación se pretende clarificar algunos elementos que potencian los procesos resilientes. Estos tres estudios de casos nos darán la oportunidad, además de conocer parte de la historia de ellos, de averiguar si el acompañamiento educativo debe estar presente en la acción de educar no sólo para que los/las educandos puedan conseguir sus metas, sino como forma de potenciar procesos resilientes para eliminar barreras derivadas de la exclusión social (Ruiz-Román et al., 2018).
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