Quizá porque en la universidad hoy no encontramos ya la casa del estudio, algunos de nosotros tenemos la tendencia a exiliarnos en nuestro cuarto de estudio para adiestrarnos en algunas de sus artes, como leer, escribir y meditar sobre lo leído. Cuando hablamos del estudio, nos ha parecido pertinente establecer una cierta distinción entre el aprender, hoy atravesada esta noción por una fuerte tendencia adquisitiva, y el estudiar, que tiene que ver con el mundo común. En su estudiar, el estudioso no puede, ni quiere, separarse de su objeto, que lo tiene hechizado y seducido. Podemos entender el estudio como una atención al mundo, como técnica o arte que busca perfeccionarse, como lugar y como una forma de vida. Pues bien, este texto pretende realizar una meditación sobre el lugar, o los lugares, del estudio, o dicho de otro modo, una reflexión, a la vez filosófica y literaria, sobre el cuarto de estudio, la casa en la casa, como el escritor Peter Handke la denomina.