En esta comunicación examinamos los confesionarios novohispanos que los misioneros elaboraron junto con los catecismos, artes y vocabularios de las lenguas indígenas, en lo que se ha llamado la trilogía catequística. La interrelación de aquellas obras debe tenerse en cuenta al investigar las ideas lingüísticas subyacentes y los planteamientos de los gramáticos misioneros respecto del español y las lenguas de los pueblos indígenas u originarios. Los religiosos fransciscanos, dominicos y agustinos enviados desde España pusieron en marcha la evangelización de la Nueva España (México). Al estudiar en otro momento la macroestructura de los Vocabularios (especialmente de fray Alonso de Molina, desde 1555 hasta1571), se constata que son obras sin el aliento humanista que movía a Antonio de Nebrija.
Por contraposición al vocabulario humanista, el VCM55 y el VCM71 se empaparon de un contenido religioso y formaban un conglomerado de lengua y religión, inseparable e interdependiente. Los más tempranos textos lingüísticos dejaron de difundirse como manuscritos y llegaron a imprimirse en la primera imprenta del Nuevo Mundo, auspiciada por el Obispo Zumárraga. Iban destinados a los religiosos que se encontraban con la necesidad de aprender la lengua indígena.
A la sombra de Nebrija, los franciscanos escribieron artes y vocabularios que inauguraron una nueva etapa, la auténtica lingüística misionera novohispana. Su originalidad gramatical y lexicográfica fue modelo para los que vinieron después, tanto en América del sur como en Filipinas, por ejemplo.