El paisaje urbano no sólo lo conforma el patrimonio de la ciudad, ni se refiere únicamente a determinados espacios urbanos, sino que constituye una imagen que destila la propia ciudad y se graba en la memoria de los ciudadanos. El caso del patrimonio industrial es particularmente frágil, disperso y fragmentado, y su memoria se vuelve cada vez más efímera. El método utilizado para el descubrimiento e interpretación de sus huellas incidirá, inevitablemente, en las formas de asimilación de la ciudad en nuestra memoria, así como en la construcción de una imagen veraz de la misma. Por ello las ciudades constituyen en sí mismas auténticas herramientas educativas, pues debemos aprender a educar "en" y "desde" su propia esencia e integrarlas en el resto de instrumentos didácticos manejados de nuestra praxis docente. Ello resulta una labor inexcusable para obtener un aprendizaje significativo, holístico y diferente.