Este proyecto comenzó como un juego, y esa sigue siendo su esencia, una broma entre amigas. En las vacaciones de Semana Santa, durante el encierro por la pandemia de 2020, cansada de conferencias, clases y reuniones virtuales, desempolvé las acuarelas y comencé la confección de esta baraja. Una en la que todas las figuras fueran reinas, y donde los cuatro palos de la baraja española (oros, copas, espadas y bastos) se convirtieran en vino, cerveza, cócteles y espirituosos. Un juego de naipes en el que retrato a mis amigas, mientras sonrientes y mirando a cámara, toman su bebida favorita. Y a partir de esta broma puedo reflexionar sobre la representación de la mujer, el juego y la narrativa, con esta obra que se adapta a diversos formatos y lenguajes, en un juego constante dentro y fuera de lo virtual.