El color nos rodea, nos envuelve y tiñe nuestra forma de verlo, de denominarlo y de decodificarlo. Una aproximación semiótica a este complejo referente cultural nos permite considerarlo un signo dotado de la triple dimensión que puede distinguirse en todo signo: forma, significado y uso.
Desde una perspectiva traductológica, este fenómeno se presenta aún más complejo de modo que este trabajo pretende ser una invitación a la reflexión sobre la traslación de los cromónimos con el ánimo de sistematizar su estudio y facilitar la labor de quienes deben enfrentarse a su traducción.