En este proyecto se emplea el concepto de cuadro desde un punto de vista metapictórico: el cuadro dentro del cuadro, la pintura dentro de la pintura. A través de la herramienta de la repetición y del uso del color y de la luz, se construye un mural compuesto por doce cuadros que nos remonta al género de la pintura de gabinetes. Se propone un giro radical a su morfología al representar sobre ellos las ausencias de dichos cuadros y no sus imágenes.
Los cuadros reproducen un papel pintado en el que se pueden observar diversas variaciones, bajo el seno de una mirada pausada y contemplativa.