La cuestión del aburrimiento se ha puesto de moda, provocando que la ciudadanía hable de su desagradable experiencia en multitud de foros no necesariamente académicos. Esto debería ser una buena noticia para quienes nos dedicamos al estudio del aburrimiento. Sin embargo, la conversación pública en torno al aburrimiento se está construyendo sobre la repetición de ciertos mitos que contradicen el corpus de conocimiento científico existente alrededor de este fenómeno. Algunos de ellos son inocentes, mientras que otros resultan verdaderamente estigmatizantes. Es hora de desmentir los falsos mantras que, en la actualidad, arrojan confusión acerca de la naturaleza, las causas y las consecuencias del aburrimiento.