Un claro ejemplo de la influencia que ha ejercido la lírica de origen popular y el papel importante que ha tenido su revitalización en el grupo poético del 27 lo encontramos en los primeros versos del poema “La casada infiel” del Romancero gitano de Federico García Lorca, quien se tenía por único artífice de aquella composición cuando lo cierto, según le alumbró su hermano Francisco, es que ambos habían escuchado la copla en años anteriores por boca de un mulero que los había llevado de excursión a Sierra Nevada.
Este es uno de los ejemplos más ilustrativos de intertextualidad, de refundición de literatura tradicional popular y oral dentro del grupo del 27 o, mejor dicho, una de las muestras más claras del neopopularismo o neotradicionalismo, nombres con los que se conoce a la corriente literaria propia de la década de 1920 (coincidente en el tiempo con otras tres líneas estéticas muy importantes: poesía pura, neopopularismo, vanguardia y japonesismo lírico) y adscrita al grupo poético de 1927.
Ese trabajo de lectura, recuperación y reelaboración de la tradición popular es, como veremos a lo largo de esta investigación, el común denominador de este grupo de jóvenes poetas que exploran las nuevas posibilidades del lenguaje que se les ofrecen a través de una serie de temas y de composiciones breves, de verso corto (a veces con glosa o estribillo), cargadas de recursos estilísticos fónico, gramaticales, de repetición, etc.
Con en este viaje literario por la década de 1920, podremos constatar que, gracias a la labor del Centro de Estudios Históricos, y animados especialmente por Ramón Menéndez Pidal, los autores aquí examinados descubren temas, formas y procedimientos la lírica popular y el folklore que siguen vivos y que pueden trasladar a sus creaciones presentes, haciendo de ellos un signo inequívoco de modernidad.