Dedicarse a la investigación científica en México es una profesión que cada vez más presenta interesantes propuestas y profesionistas que se interesan en realizarla, pero paralelamente, se van gestando muchos obstáculos, sobre todo, la enorme desigualdad en el país, que se debe vencer. Cuando se creó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) en 1970 se abrió una puerta de oportunidades para las personas interesadas en hacer investigación en el país, después, en 1984 se crea el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) y con él se creó una metodología para evaluar a las investigaciones, formalizándose una forma de hacer investigación en el país.
Las y los investigadores poseen diferentes tipos de capitales, desde el punto de vista de la sociología de Bourdieu,
que permean en sus prácticas, y que han provocado que la comunidad académica y de investigación adquiera una
forma diferente de hacer ciencia, pensándola como más sofisticada si ésta cumple con parámetros cuantitativos e
internacionales, consecuentemente se ha provocado un alejamiento de los saberes de la vida cotidiana. No
obstante, son estos últimos los que marcan la diferencia entre los individuos, ya que a lo largo de su vida van
desarrollando habilidades cognitivas a partir de la interacción social con los otros, lo cual da como resultado la
construcción de la identidad del individuo y la adquisición de habilidades como las formas de pensar y actuar.
A pesar de la supuesta homogeneidad existente en el país con referencia al desarrollo científico, lo cierto es que
éste se encuentra diferenciado ya que no todas las regiones cuentan con la inversión suficiente para adquirir la
tecnología empleada en el área de las ciencias de la ingeniería, por lo tanto, el desarrollo de investigaciones por
parte de las y los investigadores de dicha área se encuentra limitado no sólo por las condiciones regionales, sino
también, por los capitales que cada uno de ellos posee de forma individualizada.