El mayor peligro de sufrir una muerte violenta e intencionada reside en uno mismo: hay ocho suicidios por cada homicidio. En segundo lugar el peligro surgirá de las personas que tengamos más cerca: marido, ex-marido, padres o hijos. En tercer lugar vienen los amigos y conocidos y en el cuarto lugar, como posibilidad ya más remota, una persona desconocida. Estas tragedias no se parecen mucho a lo que vemos en las películas. Los motivos suelen ser muy simples, el ambiente donde se desarrollan muy humilde, y el autor fácil de identificar. Los criminólogos tendrían escasas posibilidades de empleo si se dedicasen básicamente a aclarar homicidios: no hay más que ocho homicidios de promedio al año en la ciudad de Málaga. La tasa de homicidios es moderada, comparable con la media española, y confirma lo ya deducido por otros indicadores de que España es un país poco violento: Las cifras de homicidios y otros delitos violentos son más bajas que en los países de nuestro entorno, más bien al nivel de los países escandinavos.