El debate en torno a la relación arte/vida nace en el seno del moderno sistema del arte y la estética europea como una forma de cuestionar el carácter elitista e intelectualista de las nociones dieciochescas de bellas artes y placer estético (Shiner 2004). A partir del siglo XVIII, el énfasis en la representación formal y el divorcio de lo práctico y utilitario, como señas de identidad del “Arte” o “bellas artes” sirvieron para construir el discurso autonomicista que, con el tiempo, fue visto como una especie de “jaula de cristal” que alejaba el arte de la vida. Desde este discurso hegemónico que relegó las artesanías a un segundo plano por su carácter funcional, aplicado y utilitario, se percibió bajo este mismo perfil denigratorio de “artesanías” a muchas de las producciones procedentes de culturas ajenas al canon eurocéntrico.
La presente comunicación, en primer lugar, pretende señalar aspectos del marco filosófico occidental, que están en la base de la separación arte/vida, por contrastes con el marco filosófico asiático tradicional y engarzar con ello el surgimiento del moderno sistema de las bellas artes dieciochesco. En un segundo momento, se desarrollará cómo en la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX se dan movimientos de contracorrientes, tanto europeos como asiáticos, particularmente en Japón, desde los cuales se formulará una propuesta alternativa a dicha división arte/artesanía y arte/vida. En este apartado, nos centraremos en la figura de Yanagi Soetsu y su fundación del movimiento de las artesanías populares (jap. mingei) (Yanagi 2021 y 2013)
Finalmente, se sostendrá, siguiendo al propio Yanagi, que la filosofía del budismo zen, totalmente ajena y en cierto modo contrapuesta a las premisas del marco filosófico occidental, será la que mejor permita una justificación teórico/práctica de la reconciliación entre arte y vida a través de las artesanías populares.