La representación colectiva del tsunami en la tradición cristiana parte de una percepción del océano como un elemento caótico que es dominado y contenido por la divinidad en el momento de la creación. En el marco de este modelo, las inundaciones marinas de carácter catastrófico son percibidas como una transgresión de los límites impuestos por la divinidad a las aguas y como un retorno al caos primordial. Tras la ocurrencia de tsunamis de consecuencias catastróficas, en el entorno mediterráneo se han sucedido, a lo largo de los siglos, respuestas religiosas basadas en una misma clave semántica: la restauración del límite cósmico impuesto a las aguas. Esta narrativa se verifica en las reacciones religiosas que se suceden tras el terremoto y tsunami de Creta de 365 y también tras el tsunami provocado por el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755, en la tradición sobre el milagro de la Virgen de la Palma de Cádiz, que se sigue conmemorando hoy en día. La pervivencia de un mismo modelo simbólico de respuestas frente a este tipo de catástrofe natural constituye un singular ejemplo de estructura braudeliana de longue durée en el ámbito de la religiosidad cristiana.
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