Tiene el presente capítulo la intención de exponer, de manera general, una experiencia formativa dentro del Grado de Educación Social de la UMA que tiene que ver con el aprendizaje de las emociones y su relación con la construcción de la identidad profesional por parte del alumnado de dicho Grado.
La educación emocional en la actualidad tiene un alto reconocimiento en su importancia como factor a tener muy en cuenta para dotar a los procesos de enseñanza y aprendizaje de valor educativo. Conocer las emociones, desarrollar un buen autoconocimiento en relación a las mismas y saber ponerlas en prácticas para mejorar la vida de cada persona son aspectos básicos en la implementación de un auténtico proceso de educación emocional.
En esta línea, creemos que existe una clara relación entre la educación social y la educación emocional. La educación social es una disciplina científica que en nuestro país tuvo dicho reconocimiento con la aprobación del RD 1420/1991 de 30 de agosto por el que se establecía el título universitario oficial de Diplomado en Educación Social. Y es, a la vez, una profesión pedagógica, con un alto bagaje profesional de muchos educadores y educadoras que han ido construyendo prácticas educativas de calidad a partir de sus experiencias profesionales.
Y en esta unión entre teoría y práctica educativa podemos encontrar la relación existente entre educación emocional y educación social. No cabe duda de los aportes que la educación social hace a la educación emocional (García Rojas, 2010, Ortega-Ruiz, 2017; etc.) generando posibilidades del aprendizaje de competencias emocionales, construyendo entornos favorecedores de climas emocionales positivos, proponiendo oportunidades de reflexión y autoconocimiento, etc.