La aparición de internet y de su posterior consecuencia, las redes sociales online, han posibilitado una mayor conectividad social, lo que a su vez ha permitido que se minoren las distancias entre las personas y que se generen dinámicas interactivas hasta hace poco inéditas. La adopción masiva y la frecuencia de uso de estos servicios ha dado lugar a un universo paralelo de socialización (Wilson, Gosling y Graham, 2012). Este fenómeno social genera grandes cantidades de datos, atrayendo el interés de investigadores y académicos y siendo denominado Big Social Data (Manovich, 2011). El acceso a estas cantidades masivas de datos posibilita la detección de pautas de comportamientos que a simple vista no son visibles. Para entenderlos hay que usar Thick Data y Big Data, que son herramientas complementarias que han de ser utilizadas de forma equilibrada. Para ilustrar con ejemplos, se han analizado movimientos sociales en Twitter® así como organizaciones y profesionales en Facebook® (Castillo de Mesa, 2017). Para ello se ha utilizado etnografía online, análisis de redes sociales aplicada al universo online y algoritmos de modularidad y de clustering coefficient. El Big Data ha atraído la atención de investigadores y académicos, no obstante, aun requiere mayor disposición para que se adopten. Estamos ante la oportunidad de desarrollar nuevas herramientas y metodologías, de no quedarnos anclados en las herramientas y metodologías tradicionales que hasta el momento se han utilizado para analizar la realidad social. Es necesario encontrar los mejores medios para analizar estos nuevos datos que están a nuestro alcance, para así poder comprender mejor la sociedad. Es el momento de una formación mucho más interdisciplinar para afrontar con garantías el reto que se nos presenta.