Las discusiones sobre la privacidad suscitan dos problemas filosóficos
fundamentales. En primer lugar, la cuestión conceptual: qué es la privacidad o en
qué consiste. Una de las quejas más repetidas en la literatura al respecto es que no
tenemos una idea clara de lo que es. Y, en segundo lugar, la pregunta moral acerca
de su importancia o por qué es valiosa. En este trabajo me gustaría centrarme en su
importancia, pero ello requiere alguna clarificación previa del concepto en el primer
epígrafe. Allí repasaré brevemente la confusión en cuanto al uso de las palabras “intimidad”
y “privacidad”, explicaré después la primera formulación del derecho a la
privacidad y la clase de daño a la que respondía, señalando además la complejidad
interna del concepto. En la segunda parte, presentaré un argumento popular que se
utiliza contra los defensores de la privacidad, según el cual ésta sólo importaría a
quien tiene algo ilícito o vergonzoso que esconder. En la parte final, sostendré que
tal argumento nos extravía a la hora de considerar el valor de la privacidad, pues
cierto grado de ocultamiento y reserva, es decir, de control sobre lo que mostramos
o exponemos a otros, es un elemento crucial de la vida humana y del trato social.