La historia de la fotografía sigue presentándose a menudo de forma artificial y reduccionista de forma dicotómica entre fotografía artística y fotografía documental. Aparentemente resuelto este debate en lo teórico en 1931 por Walter Benjamin, sigue sin embargo vigente este reduccionismo de los universos conceptuales del gran público, de entusiastas amateurs y otros tantos profesionales de la fotografía. ¿Cuál es el motivo real de mantenerse esta obcecación en presentar la fotografía mediante esta dicotomía cuando existe otra más importante? A esta respuesta pretende responder parte del presente artículo, para lo cual es necesario plantear un segundo objetivo, salir de este dilema y realizar una revisión de algunos hitos históricos de la fotografía de orientación antropológica y de sus metodologías de investigación en las ciencias sociales. Como resultado se ha observado algunas proyecciones heredadas de imaginarios sociales que implican sentimientos con alta carga emocional, según adhesión o desafección personal a las supuestas orientaciones artísticas, alternándose en el tiempo con la de orientación humanista, pero sin que prevalezca definitivamente una por encima de la otra. Aumentan además la confusión afirmaciones sobre el origen de cada una de estas aproximaciones, obviando que la clave de la realización fotográfica es la creatividad y su comunicación, no la supuesta artisticidad o falsa objetividad que de forma identitaria se les pretende atribuir a cada una de estas prácticas.