La transformación del modelo energético exige un marco normativo y planificador que sustente los cambios que han de ser afrontados desde las Administraciones públicas, la ciudadanía y el sector privado. Son necesarias soluciones innovadoras que agilicen estos cambios, sin por ello obviar las garantías para configurar un modelo sostenible, estable y seguro; por ello, las comunidades energéticas están llamadas a convertirse en uno de los principales actores para acometer la revolución energética que ya se está implantando. La ordenación de las energías renovables es uno de los elementos clave para esta transformación energética. Nos encontramos inmersos en una etapa primitiva de este proceso de cambio en el que el desorden y la falta de previsión han sido notas características para la implantación de las energías renovables. Y, frente a este caos, la ordenación del territorio es una pieza clave y básica para dotar de coherencia y claridad a la ubicación e implantación de las nuevas infraestructuras energéticas.