La aterosclerosis/arteriosclerosis es un proceso patogénico que subyace a las diferentes manifestaciones clínicas de la enfermedad cardiovascular (ECV). Actualmente se considera un proceso inflamatorio crónico que precede a los síntomas/ signos en varias décadas, y cuya base etiopatogénica es la formación y desarrollo de la placa aterosclerosa.
La cuantificación del riesgo cardiovascular (RCV) total (es decir, la probabilidad de que una persona desarrolle un evento cardiovascular a lo largo de un periodo definido) expresa el efecto combinado de una serie de factores de riesgo (FR) y constituye una parte fundamental de la valoración del paciente hipertenso.
Sin embargo, la estrategia tradicional basada en la evaluación de los FR es poco sensible para identificar a los pacientes de alto o muy alto riesgo en prevención primaria. Por ello, las guías de práctica clínica recomiendan el uso de pruebas no invasivas para detectar la presencia de aterosclerosis subclínica y mejorar la predicción del RCV.
La carga aterosclerótica (carga ATC) es la consecuencia del verdadero efecto que tienen en el individuo los FR vascular, conocidos o no. Es un potente predictor de eventos cardiovasculares y muerte, y está relacionada con un mal pronóstico tras sufrir cualquier evento cardiovascular.
Existen varios métodos bien documentados para evaluar y cuantificar la carga ATC, tales como el índice tobillo-brazo (ITB), la ecografía carotídea, el score de calcio coronario y la velocidad de onda del pulso. De ellos, el ITB y la ecografía carotidea son técnicas actualmente disponibles en atención primaria (AP).
Un ITB bajo (<0,90) indica un diagnóstico de enfermedad arterial periférica (EAP) y aterosclerosis avanzada. Además, se relaciona con una mayor incidencia de angina de pecho, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca congestiva, necesidad de cirugía de revascularización coronaria, ictus, e cirugía carotídea y vascular periférica.